
Haven 1, la candidata a convertirse en la próxima estación espacial.
A la Estación Espacial Internacional (EEI) le quedan tan solo cinco años de vida. Lanzada al espacio en 1998, la nave ha logrado superar su vida útil original. A pesar de las actualizaciones constantes, mantenerla en funcionamiento podría poner en peligro futuras misiones, y los costos de operación son cada vez más elevados.
La NASA, junto con sus regiones aliadas —un listado que incluye a Japón, Canadá y Europa— ha decidido retirar la EEI. Se espera que en 2030 sea desorbitada de manera controlada y que acabe desintegrándose sobre un punto concreto del océano Pacífico, conocido como el Punto Nemo o el cementerio de satélites.
Ante el recorte masivo en los presupuestos federales de EE.UU., la NASA se ve obligada a aumentar su dependencia del sector privado. La alianza entre la agencia espacial estadounidense y el sector privado ha sido crucial en la última década para abaratar costes y establecer misiones con fines científicos y comerciales.
SpaceX, la empresa fundada por Elon Musk, con oficinas en Hawthorne, dentro del condado de Los Ángeles, ha sido una de las compañías del sector privado que más se ha beneficiado de los contratos públicos, gracias al éxito de sus cohetes reutilizables.
La industria aeroespacial sigue creciendo de manera imparable en la que una vez fue la meca del sector aeronáutico durante la Segunda Guerra Mundial. Y es precisamente en esta meca donde se encuentra la startup Vast, que tiene el ambicioso objetivo de recoger el testigo de la EEI y producir la próxima estación espacial para ponerla en órbita el próximo año.
Mayo de 2026 es la fecha establecida para el lanzamiento de Haven-1, una nueva estación desarrollada por esta startup. Su fundador, el conocido inversor Jed McCaleb, asegura que el lanzamiento se producirá en poco más de un año y que, de ser exitoso, podría garantizarle un suculento contrato con la NASA.
Estos contratos serán anunciados, probablemente, a mediados de 2026. La startup corre un riesgo importante: si logra su acuerdo con la NASA, el futuro estaría asegurado. Si no lo obtiene, la compañía podría perder hasta mil millones de dólares de su valoración y enfrentar una posible quiebra.
Para poner en marcha este ambicioso proyecto, McCaleb contrató a varios exempleados de SpaceX. De hecho, SpaceX y Vast han firmado un acuerdo para utilizar los cohetes de la compañía de Musk en sus lanzamientos a la órbita baja (LEO).
Algunos de los componentes de la estación espacial comercial de Vast están siendo producidos por SpaceX y su conexión a internet será posible gracias a la red satelital de Starlink.
La fortuna de McCaleb proviene del famoso programa eDonkey. McCaleb creó una de las primeras redes P2P (peer-to-peer) populares para compartir archivos, especialmente música y películas, en el año 2000.
El éxito de SpaceX ha contribuido al florecimiento del ecosistema aeroespacial en Los Ángeles. Vast, por su parte, refleja el espíritu emprendedor de la ciudad y los valores del “todo o nada”, pero McCaleb es un inversor que ha sabido calcular sus riesgos.
Si todo sale según lo previsto, el próximo año Los Ángeles podrá presumir de haber moldeado la nueva estación espacial en la ciudad de las estrellas.