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Todos los domingos, en el boletín ‘Política para supervivientes’, algunas de las historias de política nacional que han ocurrido en la semana con las dosis mínimas de autoplagio. Y otros asuntos más de importancia discutible.

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Díaz Ayuso a lo loco en el mitin de cierre de campaña de Noboa en Guayaquil, Ecuador, el 10 de abril.

Iñigo Sáenz de Ugarte

13 de abril de 2025 08:14 h

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Qué mejor momento que este en el que todo el mundo está mirando a Donald Trump para clausurar esta semana el intento del PP de Madrid de unirse a la demolición de Begoña Gómez que tiene lugar en un juzgado de la capital. Una vez que la comisión de investigación montada en la Asamblea de Madrid generó los titulares correspondientes –hay que decir que no muy dramáticos– y sin mucho más que rascar, se han cerrado sus trabajos con las conclusiones elaboradas por los grupos parlamentarios que se votarán en el pleno a finales de mes.

No conviene precipitarse y afirmar que ha sido un fracaso. Una segunda utilidad de la comisión para Isabel Díaz Ayuso es el descrédito que podía suponer para las universidades públicas de Madrid, y en concreto para la Complutense y su rector, Joaquín Goyache. No estaba muy impresionada con los resultados por lo que en noviembre de 2024 decidió ocuparse de ello personalmente. 

Lo hizo en la Asamblea de Madrid, que presenció un hecho insólito. La responsable de la gestión del sistema universitario de la comunidad anunciaba que el mayor centro universitario de la región, con 65.000 alumnos matriculados, es un chiringuito que no vale nada y que, para mayor desgracia, está controlado por la izquierda. 

“Toda la izquierda tiene colonizada la universidad pública Complutense de Madrid. Todos ustedes han creado un entramado y un chiringuito de familiares y de negocios que podrían haberlo hecho en las empresas privadas”, dijo Ayuso. Para que el veneno tuviera más potencia, afirmó que el centro reparte los títulos “como churros”. No hay descrédito mayor para una universidad. 

Ayuso está estrangulando económicamente a las universidades públicas de Madrid mientras concede licencias –eso mismo, como churros– para la apertura de nuevas universidades privadas. Ya lleva catorce.

Goyache le envió una carta una semana después en la que rechazaba de plano un ataque que convertía a la Complutense en una “caricatura ideológica”: “Este tipo de afirmaciones, además de ser injustas y falsas, generan un daño irreparable al prestigio” de la universidad. Esa era la intención de Ayuso, y para eso no necesitaba pruebas. 

El destino había terminado propinándole un guantazo al rector en toda la cara. Él fue el impulsor de la distinción que Ayuso recibió como “alumna ilustre” de la Complutense. Otro elemento irónico es que Goyache fue elegido y luego reelegido en buena parte gracias al apoyo de la derecha y con la intervención directa en la campaña de militantes de Nuevas Generaciones. 

Begoña Gómez comenzó a colaborar con la Complutense en 2012 cuando Pedro Sánchez no era ni secretario general del PSOE. En 2014, el curso que dirigía se convirtió en un máster y seis años después pasó a dirigir una cátedra extraordinaria de Transformación Social Competitiva. Era una más de las 50 que tenía esa universidad en 2024. Evidentemente, dirigir esa cátedra no convertía a Gómez en catedrática. En la comisión de investigación de la Asamblea, Goyache y el vicerrector de Planificación alegaron que todo fue “absolutamente legal y regular” y que no hubo trato de favor.

El PP ha apostado por el testimonio de otro vicerrector, que dijo en la comisión que todo le vino acordado desde arriba en la creación de la cátedra, aunque también destacó que no se sintió presionado para dar el visto bueno. “No cabe duda de la legalidad”, dijo. Todo eso son minucias para el PP. Su portavoz en la Asamblea ha dicho que todo fue “una maniobra orquestada en Moncloa”. Está claro que las conclusiones de la comisión estaban decididas antes de que empezara a funcionar.

Esta ha sido también la semana de un momento que se había hecho esperar durante más de un año, la declaración de Alberto González Amador, el novio de Díaz Ayuso, ante la jueza que investiga su caso. No tanto por los dos delitos de fraude fiscal que su abogado reconoció que habían existido en un mensaje enviado al fiscal, sino por sus negocios con un alto cargo de la empresa Quirón, la corporación de sanidad privada que cuenta con importantes acuerdos con el Gobierno madrileño. La versión que dio Amador para contrarrestar las sospechas de un posible soborno no carecía de imaginación. Afirmó que pagó 500.000 euros a la esposa de Fernando Camino, presidente de Quirónprevención, por la venta de su empresa al estar interesado en su cartera de clientes. Lo hizo sin presentar ningún documento que respaldara su tesis.

La empresa de tratamientos estéticos era tan pequeña que compartía local con la farmacia de la esposa de Camino en un pueblo de León de 2.000 habitantes. Los inspectores de Hacienda descubrieron su ínfimo valor. Como activos, contaba con dos equipos de depilación láser, otro de remodelación corporal y un portátil. Medio millón por una compañía cuyos bienes valían en torno a cero euros. Amador le cambió de nombre y así Círculo de Belleza pasó a llamarse Masterman & Whitaker. Mucho mejor, dónde va a parar. Podría ser el nombre de un bufete de abogados de Manhattan. A pesar de la nueva denominación, Amador no hizo ningún uso de esa compañía. Excepto en su declaración de la renta, claro. 

Díaz Ayuso había decidido poner un océano de por medio para que la declaración de su pareja no la pillara en Madrid. Se inventó un viaje a Ecuador vendido, como era de esperar, con la idea de estrechar lazos con los países latinoamericanos. En su caso, eso significa recibir un doctorado honoris causa concedido por una universidad privada y apoyar la campaña de reelección del presidente, el conservador Daniel Noboa. Ayuso participó en un mitin en el que volvió a defender que lo que está en juego es un duelo entre el socialismo y la libertad (Noboa encarnaría lo segundo).

A estas alturas, no es de extrañar que la idea de libertad de Ayuso tenga agujeros de un tamaño considerable. La degradación de la situación de Ecuador en los últimos años es tal que el país se ha convertido en el más violento de Latinoamérica con el mayor número de homicidios per cápita. Noboa incumplió la norma constitucional y no dejó el cargo a su vicepresidenta durante la campaña. Antes había ordenado el asalto de la embajada mexicana para detener a un rival político condenado por corrupción que había recibido asilo político, una violación evidente de los tratados internacionales que protegen a las sedes diplomáticas. Noboa no ha tenido inconveniente en “usar su poder político y su fortuna personal para aplastar a cualquiera que se le ponga enfrente”. Y eso lo dice un columnista de ABC.

Francamente, si Ayuso pensaba que era Hacienda quien debía dinero a su novio y no al revés, cómo puede sorprendernos que crea que un político autoritario como Noboa representa la causa de libertad. De la versión de la libertad que a ella más le gusta.

La foto

Los espectáculos que suelen dar las comisiones de investigación en el Parlamento suelen ser de nota, y si es en el Senado, aún más. El jueves alcanzaron un nuevo récord con la comparecencia de Patricia Uriz en su calidad de exmujer de Koldo García. Apareció con gafas de sol y un pañuelo que le tapaba casi toda la cara. Los senadores del PP se quejaron de que eso no se podía permitir. Cómo sabían ellos que era la persona que decía ser. Pues porque había pasado por el control de la entrada enseñando el DNI. A ver si te crees que entras en el Senado como quien va al cine sin que la policía compruebe tu identidad. Muy listos, no son.

La comparecencia no sirvió de nada como suele ocurrir cuando exiges que declare alguien que está imputado en una investigación judicial. Tiene derecho a no declarar en su contra. Eso lo saben bien diputados y senadores, pero les da igual. Y luego encima se quejan. 

La incompetencia letal de Salomé Pradas

Al final, Salomé Pradas no tiró de la manta. En su declaración en los juzgados de Valencia, la que fue consellera de Justicia del Gobierno valenciano durante la DANA con el mando en la gestión de las emergencias prefirió pasar por inútil e incompetente antes que afrontar su responsabilidad. Yo no sabía nada de emergencias, dijo, nadie mandaba en el Cecopi porque había una dirección colegiada, y los que tomaban las decisiones eran los técnicos. Ella sencillamente pasaba por allí.

¿Cómo te quedas al escuchar que la política que dirigía la gestión de la emergencia afirma que ella no hacía nada mientras su máximo responsable, Carlos Mazón, se ocupaba de sus cosas lo que incluía una comida de tres horas dedicada a controlar la radiotelevisión autonómica? ¿Mientras morían más de 200 personas? Supongo que como mínimo es un rasgo diferencial de la gestión del Gobierno del PP en la Comunidad Valenciana.

Confío en que los votantes lo tengan en cuenta en las próximas elecciones. Digo que confío, no que crea que eso vaya a suceder.

Un libro

Como muchos periodistas, Mikel Ayestaran no ha podido entrar en Gaza el último año. El Gobierno israelí ha prohibido la presencia de reporteros extranjeros porque no quiere que se conozca en detalle lo que ha ocurrido allí. Sólo el trabajo de los periodistas gazatíes ha permitido que sepamos las dimensiones del genocidio. Por ello, han pagado un sacrificio terrible al ser eliminados de forma sistemática por Israel.

Ayestaran ha escrito varios libros sobre Oriente Medio y ha querido continuar con otro sobre Gaza que va más allá de la tragedia actual. Se llama 'Historias de Gaza. La vida entre guerras' y lo ha editado Península. En una entrevista con Francesca Cicardi, explica por qué esta guerra de exterminio es diferente:

“El cerco sobre Gaza es un cerco medieval, yo no he conocido nada igual. Ni el cerco de Mosul (en Irak) ni el de Alepo (en Siria), lo que hizo Baschar Al Asad allí no fue tan fuerte. Sobre todo en el último mes que no ha entrado absolutamente nada (de comida), es increíble. Y tampoco hay una presión internacional para que entre algo”.

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