La muerte del genio (2)
La primera pel�cula de Kubrick en ser un fen�meno social fue 2001. Una odisea del espacio . El �xito del filme, prolongado por el puntito promocional que signific� poner un hombre en la luna, llev� a la juventud (y a la infancia) del mundo entero a especular no s�lo sobre la madurez que les esperaba (��Cu�ntos a�os tendr� yo en 2001? �Ser� un viejo!�), sino tambi�n a ir pensando en qu� base espacial iba uno a desarrollar sus tareas profesionales. La culpa de que en el a�o 2001 no haya habido un ordenador superinteligente y parlante llamado Hal y s� un Chiquito de la Calzada aullando �Haaaarl� no es un fallo prof�tico que debamos achacar en exclusiva al se�or Kubrick. Los a�os 60, que pasaban por ser la antesala de algo, s�lo fueron la expresi�n, m�s o menos inocente, hedonista, o turbulenta, de lo que hab�a.
Y hablando de futuros sin futuro, futurista era tambi�n la siguiente pel�cula del cineasta del Bronx (porque Kubrick, como Afrika Bambaata, era del Bronx). A diferencia de 2001, La naranja mec�nica fue verdaderamente prof�tica. Las bandas, el desequilibrio de una juventud que es el mero reflejo de una desorientaci�n general, la violencia gratuita despojada de connotaciones morales y convertida en objeto de distracci�n, es eso que en mayor o menor medida, y seg�n qu� temporadas, vemos s�lo cruzar la calle. La capacidad distintiva de la jerga, de la indumentaria, del m�s dif�cil todav�a en calles despobladas son comparables en su demencia a las mil formas curativas, a las mil caras con que un fascismo evidente o light se encarga de reprimirlas.
Barry Lyndon, la siguiente pel�cula de Kubrick sobre un trepador del Siglo de las Luces, tambi�n pose�a un grado superior de acidez, pero como los tiempos no daban para que la juventud saliera a la calle vestida como un Royal Flash pues, con ser una de las grandes pel�culas de la historia, no dej� la impronta sociol�gica de otras obras del maestro. Cosa que s� sucedi� con El resplandor . Ese filme y el siguiente, La chaqueta met�lica , fueron ensalzados por un nuevo tipo de joven que, de alg�n modo, interiorizaba el esp�ritu de su �poca. El dilema ante el que se encontr� la sociedad, siempre vigilante a los desarreglos que sin cesar acontecen en su seno, fue el siguiente: ese muchacho orondo, lleno de granos, con un fanzine bajo el brazo, que ni fuma, ni bebe, ni se le conocen romances, �es peligroso? �Es Jack Nicholson? �O es el Soldado Patoso? Las tres cosas, se�ora. Esas habitaciones llenas de extra�os carteles, esos juegos de rol, esa tabla ouija, esas reuniones espiritistas con la vecina, no son s�lo productos de la precariedad del empleo, de la falta de alicientes, de la torpeza vital (cuando no motriz) de toda una juventud; es que esos muchachos se ven a s� mismos como guardianes eternos del hotel Overlook, tienen �la mirada de los mil metros� sin necesidad de subir a otro helic�ptero que no sea el de un parque de atracciones, y en cuanto sus padres se van de vacaciones y dejan al ni�o treinta�ero estudiando �unas asignaturas que tiene colgadas�, convierte su casa en Saig�n y lo que cuelgan no son asignaturas sino cad�veres exquisitos donde antes hab�a l�mparas ornadas de pl�stico y dorados.
Eyes Wide Shut s�lo pasar� a la petit histoire porque su protagonista es el ni�o que contaba cu�ntos a�os tendr�a en 2001 cuando fuera astronauta, y ha acabado recorriendo la ciudad a ver si echa un polvo en condiciones. Y ya sea porque es bueno o es tonto, el caso es que no lo echa.
|