ANDALUCÍA
Flamenco

Valencia, más allá de la música

La Palma de Plata honra a Ramón de Algeciras, mentor de su hermano, el genial Paco de Lucía

José Valencia dispuesto a llenar de maestría cantaora el homenaje a Ramón de Algeciras.
José Valencia dispuesto a llenar de maestría cantaora el homenaje a Ramón de Algeciras.ALEJANDRA MACLANDA
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XXXII PALMA DE PLATA

Espectáculo: XXXII Palma de Plata Ciudad de Algeciras. A la memoria de Ramón de Algeciras / Guitarra de concierto: Antonio Sánchez / Al baile: Gema Moneo, con Reyes Martín y Cristina Tovar (cante), y Jesús Agarrado alias el Guardia y Rubén Romero (guitarras) / Al cante: José Valencia, con Juan Requena (guitarra) / Lugar y fecha: Teatro Municipal Florida, de Algeciras. 16 de noviembre de 2024

CALIFICACIÓN: ****

Algeciras es memoria viva de la historia contemporánea de la guitarra flamenca. Bastaría con centrarnos en el irrepetible Paco de Lucía y su entorno familiar, en el que destaca, igualmente, su hermano Ramón de Algeciras, que ha sido el recipiendario de la prestigiosa Palma de Plata, distinción que con total acierto han considerado la Sociedad del Cante Grande, que preside Carlos Vargas y cuyos honores reivindica mi dilecto José Luis Vargas, y el Ayuntamiento de la capital del Campo de Gibraltar que rige José Ignacio Landaluce y la garante de Cultura, Pilar Pintor.

Las jornadas previas se dedicaron, obviamente, a Ramón de Algeciras, un rey sin corona que vivió a la sombra del genio de su hermano y que nos dijo adiós el 20 de enero de 2009 en su residencia madrileña, pero también un maestro de la guitarra que fue mentor de Paco de Lucía y que dejó un adeudo histórico, a más de la estela de un profesional inconmensurable que, aun gustándole más el cante que el toque, figura para los entendidos como uno de los grandes del acompañamiento.

Y entre sus vínculos familiares, su sobrino Antonio Sánchez, hijo del mayor de la familia Sánchez Gómez, que fue un acierto pleno para un homenaje de tanta altura, ya que extrajo de su guitarra todo un espectáculo variado y eficaz desde su arranque, con un collage por taranta, rumba y alegrías, lanzado a la búsqueda de un sonido sobresaliente y circunspecto, aunque sin buscar el aplauso fácil.

Antes bien, desplegó un sonido afectivo y escudriñó el hechizo de las notas a través de unas bulerías que al público resultaron espléndidas, culminando así su actuación de manera rumbosa y sin apearse de un repertorio familiar muy exigente.

El homenaje, por su parte, fue todo un gesto de respeto, cariño y admiración hacia Ramón de Algeciras, justo el año en que se cumple el décimo aniversario del deceso de su hermano Paco de Lucía, nombres que fueron honrados por la institución pública y el tejido asociativo, quienes, ante el hijo de homenajeado, Ramón Sánchez, y sus nietas, enaltecieron su memoria reconociendo, mismamente, el aporte familiar a la evolución del instrumento cordófono.

Se trataba, empero, de mostrar las tres facetas del género en solidaridad con el homenajeado, de ahí la presencia del baile, simbolizado en la joven jerezana Gema Moneo, que se presentó por bulerías y a continuación por seguiriyas, todo con una coreografía muy plástica, tremendamente visual y rehuyendo de cambios dancísticos espacios-temporales, yendo a lo m ollar, con reinterpretaciones arriesgadas por la ausencia de un suelo acústico, pero sí con su habitual énfasis escénico.

Ramón Sánchez dedica al cielo de su padre, Ramón de Algeciras, la Palma de Plata.
Ramón Sánchez dedica al cielo de su padre, Ramón de Algeciras, la Palma de Plata.ALEJANDRA MACLANDA

En cualquier caso, estos rasgos resaltaron aún más por alegrías con mantón, descritas de forma sutil y renunciando a la estilización, profundizando sobre la matización del compás y dibujando momentos de hondura, con los que recreó una despedida más emocionante que técnica, más mágica que académica.

José Valencia, por último, clausuró la noche con una actuación simplemente espectacular. Una noche para el recuerdo. Uno de esos recitales que se quedan grabados en la retina para la posteridad, dado que se reunían varios ingredientes para que se encendiera esa chispa difícil de exponer con palabras: la Gala Palma de Plata y el homenaje a Ramón de Algeciras.

Y a tal señor los respetos de José Valencia, admirable en su estado vocal y con un sonido compacto y resuelto por soleá, sobrado de madurez en los tientos-tangos y sin escatimar recursos para afrontar el agudo en las cantiñas, además de con una atención muy esmerada y meticulosa dicción por seguiriyas, con la que se encumbró merced a que dotó con idoneidad las variantes de una voz poderosa y honda, amplia y bien timbrada.

Valencia había elevado el cante grande en Algeciras, coronándose, además, por bulerías, dejando en las tonalidades romanceadas un nivel más que superior, con lo que me atrevería a decir que nadie a día de hoy ofrece altura tan sobresaliente y una recreación tan imperiosa de la tipología gitana.

Al tiempo de escribir estas líneas, aún retenemos en la memoria tan soberbia actuación ante cabales de toda la comarca, todo un regalo que conviene saborear y reconocer, porque lo ofrecido por José Valencia fue una noche digna de recordarse durante mucho tiempo. O a lo mejor, para quienes gustan más la mortadela que el jamón, no fuera todo tan fascinante, pero hay noches en las que surge la magia más allá de la música.